domingo, 18 de diciembre de 2011

Alea iacta est!

Suena el teléfono móvil en medio de un día de trabajo interminable: es Marc. No puedo contestar porque tengo a Satanín apalancado en mi mesa para dictarme un informe, por lo que no hay escaqueo posible. Cometo más faltas de las habituales. Mi concentración a la porra.

Cuando me libero de las garras del Maligno me voy Lourdes, que es como en la oficina llaman al cuarto de baño de las chicas y consigo línea con el Paraíso. Marc explica en un tono ultra-profesional que lo mío es una dieta proteinada con buenas referencias, prescrita por médicos generales y hasta por endocrinos de prestigio nacional, que, según él, "no se casan fácilmente con nadie". Dejando aparte el tema de la soltería endocrinológica, la cosa parece recibir su visto bueno. Me lío la manta y pido cita  a la Clínica para empezar cuanto antes.

De nuevo en la sala de espera, me piden que lea un consentimiento informado espeluznante. Me dice que puedo sufrir todo tipo de penurias para perder estos kilos, y aún así, firmo. Me estoy metiendo en la madriguera del conejo, y ¿quién sabe qué habrá al otro lado? Con mi natural optimismo, me niego a verme vomitando y sin un pelo en la cabeza . Prefiero imaginarme en plan Charlize Theron mientras avanzo hacia la mesa del despacho de Satanín y le pido un aumento absolutamente indecente, que por supuesto me concede babeando, incapaz de reaccionar ante mis piernas extraordinariamente largas y torneadas...

Pasar por la báscula y dejarme fotografiar en ropa interior ha sido como golpearme en el suelo tras caer sin paracaídas de un vuelo transoceánico. Humillación sin anestesia, y voluntaria... Gordita, y además masoquista ¡sorpresa!

La doctora me recibe en su consulta. No me reprimo de felicitarle por la decoración, presidida por un retrato de una Marilyn muy sexy. No todo van a ser modelos adolescentes en ropa interior, también hay mujeres de carne y hueso.¡Diez puntos!

Calcula mi peso ideal, según los médicos, claro. Para la pasarela habría que restar unos 5 kg. El resultado es que tengo que perder varias decenas de kilos. (La edad se la digo a cualquiera, el peso, ni a mi padre). El plan consiste en tomar durante varias semanas solamente proteínas y verduras, y luego, poco a poco iré tomando otros alimentos, hasta llegar a mi peso. Para evitar que me falte de nada, me tengo que tomar una cantidad ingente de pastillas con minerales y vitaminas. Se supone que si lo hago todo al pie de la letra no se me va a caer el pelo, ni me marearé, ni nada de lo que he leído en el terrorífico consentimiento que acabo de otorgar con tanta alegría.

Al final, tengo en una mano la hoja en la que me explica al detalle que debo comer nada menos que cinco veces al día, -guay-, pero con una limitada cantidad de verduras en la comida y en la cena. En la otra sostengo la receta para los preparados de proteínas y las pastillas, mi menú completo para las próximas semanas. Dentro de un par de días recibiré en casa todos los elementos para empezar mi dieta.

De momento me voy a cenar a casa. ¡Tanto pensar en no comer me ha abierto el apetito!

3 comentarios:

  1. HOla Alicia....te deseo suerte....y sinceramente espero que todo te salga bien, porque bajo mi punto de vista..y bajo mi formacion como enfermera, estas haciendo una locura.....pero como cada uno es libre y tu evidentemente lo eres y puedes hacer lo que quieras....solo puedo decirte que te cuides, que te quieras y tengas cuidado....que tu salud es lo primero....y valores. Te deseo muchisima suerte y espero que nos sigas contando a ver como va la cosa. Un abrazo y que todo vaya bien

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  2. Me encanta cómo escribes. Gracias por compartirlo.

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  3. Mucha suerte y no desesperes.

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