lunes, 14 de noviembre de 2011

¡¡Necesito un plan!!

Sería esa hora bruja en el trabajo cuando falta poco para que se acabe la semana y uno está enfrascado en terminar lo más urgente y programar la semana siguiente, cuando me llaman de Recursos Humanos.

Para evitar que entre en shock, la secretaria de Personal me avisa de que es para que me vea el médico de empresa. Y entonces exhalo el aire que se había quedado atascado en mis sorprendidos pulmones

Pienso que será algo rutinario, relacionado con el reconocimiento médico también rutinario que nos han hecho, como todos los años, hace casi ya dos semanas. Sin embargo, mientras el ascensor me lleva a la planta donde anidan los que manejan los hilos del negocio me siento ligeramente escamada.

El doctor es amable y un viejo conocido. Me señala la silla de confidente (¡qué oportuno!) y se desploma en su poltrona. Ni me mira. A estas alturas, estoy preocupada, pero aún conservo algo de dignidad mientras intento saludar de un modo simpático y casual. 

Un sobre blanco atraviesa la mesa, y al abrirlo, se despliegan ante mis ojos todas las constelaciones del Hemisferio Norte. El zumbido de la voz del médico me aturde aún más. Yo ya soy aprensiva, pero distinguir las palabras OBESIDAD, RIESGO ATEROGÉNICO, PRE-DIABETES, HIPERTENSIÓN, así, en mayúsculas, dispara mis niveles de hipocondría hasta el paroxismo. 

Balbuceo excusas innecesarias, ya sé que tengo sobrepeso..., me encuentro bien..., algo de ansiedad... puede..., estrés..., el trabajo..., los hijos..., compulsiones???... Y finalmente monto el numerito echándome a llorar.

Ya es oficial: no soy simplemente una gorda, sino que soy una obesa, o sea, una mujer enferma. Y para eso no estoy preparada. Cuando vuelvo a calmarme, el hombre me intenta explicar qué significan todas esas palabras obscenas destacadas en mi informe, los asteriscos sobre los valores de la analítica, y sobre todo, trata de insuflar algo de sentido común en mi alocada cabeza.

Y al final lo logra. Poco a poco un rayito de luz atraviesa los nubarrones de mi ofuscación

Necesito Un Plan

No solo se trata de bajar peso para entrar en una 40. Para no ser gorda. Se trata ni más ni menos que de curarme de enfermedades que no sabía que tenía. Y armarme contra las que estaban a punto de atacarme. 

Para esto hace falta algo más que estar a dieta por mi cuenta, un día sí y dos no. 

  • Hay que ponerse en manos de un profesional. 
  • Hay que cambiar de estilo de vida.
  • Hay que hacer sacrificios (¿más?)
¿De verdad puedo con esto?