jueves, 10 de noviembre de 2011

¡Si esto, con darle un poco a la tecla...!

Eso era lo que yo me decía, que con tanta información sobre adelgazar, dietas y métodos como hay en internet, no podía ser para nada difícil dar con el que se ajustase a mi particular estilo de vida como anillo al dedo.

Me pongo a analizar mis hábitos para hacer la selección de un modo más científico:

Veamos, tengo unos gustos culinarios un tanto refinados, es decir, como de todo y en cantidades que eufemísticamente podríamos definir como "amplias". Por lo que la dieta del sirope de perejil mañana, tarde y noche durante 30 días no entra en mis esquemas.

Una gran deportista... hasta que me lesioné en 3º de BUP, allá por el Pleistoceno Anterior, y me dediqué a recuperarme viendo Retorno a Brideshead... Y me calcé todo lo que sobre literatura clásica inglesa ha producido la BBC desde entonces, pasando a los documentales de National Geografic durante la jornada intensiva cuando empecé a trabajar, y a la siesta con culebrón durante los reposos embarazosos (preñeces de alto riesgo).

Como saldo, tres niños bien criados (que diría mi abuela), la conservación del puesto de trabajo (que es la envidia del barrio, -la conservación, ojo, no el puesto-), una cultura enciclopédica y media tonelada de lorzas superpuestas. De mis músculos de antaño, sé que los tengo, porque me han hecho ecografías, pero de ahí a verlos, va un laaaaaaargo trecho.

Conclusión aplastante (¡y tanto!), solamente con ir de la cocina al baño quemo 1.000 calorías, y me pongo al borde del infarto. O sea, que la dieta de las 1.342 calorías y la hora de cardio quedan fuera de mi alcance a menos que Einstein me pliegue el espacio-tiempo en forma de pajarita.

Nota al margen: dejar de leer blogs de deportistas y empezar a imitarlos.

Sacar tiempo para hacerme menús elaboradamente sutiles, tras hacer la compra del súper en plan disociado, -esto para los niños, esto para mí, esto para su padre, esto para el perro, esto para mí- y cocinar consistente para una tropa adolescente: ciencia ficción. En este caso, Einstein también sería de gran utilidad. Resultado final, la dieta de "Madame, la cena está servida en el comedor de invierno" fuera de mi alcance, salvo que contrate a la sobrina de Argiñano para cocinarme lo de todos.

Y ya sabemos lo que dan de sí mil euros...

1 comentario:

  1. Dios, Retorno a Brideshead.

    Recuerdo a Cordelia, todo un descubrimiento onomástico para mí.


    Me estoy chupando todo tu blog de una sentada. Espero que no engorde... (como las otras sentadas que me doy a veces).


    Saluditos y tal :-)))

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